#Soluciones ambientales
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Autores: Pedro D. Mejía y Teodoro A. Da Silva
El cambio climático es una realidad innegable que afecta a todo el planeta, y las ciudades no son una excepción. Los fenómenos climáticos extremos, el aumento del nivel del mar y el calor extremo son solo algunas de las consecuencias del cambio climático que impactan directamente a las áreas urbanas. En este artículo, exploraremos la importancia de la adaptación al cambio climático en ciudades, las amenazas que enfrentan y las estrategias que pueden implementarse para construir resiliencia y garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras.
Amenazas del cambio climático en ciudades:
Inundaciones y tormentas: El aumento de las precipitaciones y las tormentas más intensas pueden provocar inundaciones, lo que representa una grave amenaza para la... leer mas
#Pedro D. Mejía#Pedro Dario Mejía#Pedro Mejía#Teodoro A. Da Silva#Teodoro Alberto Da Silva#Teodoro Da Silva#Medio Ambiente#Cambio Climatico#Soluciones ambientales#Ciudades Sostenibles#Energías Limpias#Energías Sostenibles#biodiversidad
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RESPEC adquiere EARTHRES, Inc., ampliando su experiencia en energía, minería y soluciones ambientales
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Expertos invitan a tomar acción en el reúso del agua en el sector industrial
De acuerdo con el Banco Mundial, sólo el 14% del agua residual es tratada y reutilizada en los procesos productivos dentro de las industrias.
CIUDAD DE MÉXICO.- Durante los últimos años, la sequía y los desafíos durante la época de escasez hídrica han comenzado a ser un foco de alerta para el sector industrial, sobre todo porque el Banco Mundial ha declarado que sólo el 14% del agua residual es tratada y reutilizada. Es por esa razón que Rotoplas Servicios de Agua, llevará a cabo un evento virtual gratuito dirigido a líderes…
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Bosque Vinalito: Modelo de conservación y desarrollo sostenible en Jujuy
Bosque Vinalito: Modelo de conservación y desarrollo sostenible en Jujuy El proyecto Bosque Vinalito, en Jujuy, busca preservar el bosque nativo y promover el desarrollo socioeconómico, abordando la deforestación y el cambio climático con soluciones sostenibles e inclusivas.
El proyecto Bosque Vinalito, en Jujuy, busca preservar el bosque nativo y promover el desarrollo socioeconómico, abordando la deforestación y el cambio climático con soluciones sostenibles e inclusivas. El Bosque Vinalito, ubicado en la localidad de Vinalito, en la provincia de Jujuy, es un proyecto de conservación que se destaca por su enfoque integral en la protección de los bosques nativos y…
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Empresas Comerciales y de múltiples canales de distribución
Las grandes tiendas, supermercados, centros comerciales y cadenas de suministros son sectores que generan cantidades significativas de residuos sólidos diariamente. Para estas empresas, es crucial contar con soluciones eficientes para la recolección y disposición de residuos, así como para el reciclaje y la reducción de desechos. Además, deben cumplir estrictamente con las normativas ambientales. Ejemplos destacados en este sector peruano, incluyen supermercados como Totus, Metro, plaza vea, Wong, cadenas de tiendas como Saga Falabela, TopiTop, Ripley, Pionner, Larcomar, Gamarra, Michel, entre otras.
wa.me/+51997382911
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ING. AMBIENTAL CATHERINE OPORTO https://www.instagram.com/catherineoporto2/ https://twitter.com/catheoporto92
Solución de Problemas Complejos: La gestión de residuos sólidos a menudo implica desafíos complejos, desde la planificación de instalaciones de reciclaje hasta la gestión de vertederos y la reducción de desechos. Como especialista, tienes la oportunidad de abordar estos desafíos y encontrar soluciones innovadoras.
EMPRESA ETRANSRESOL TRANSPORTE DE MATPEL SAC.
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Cada vez son más los animales abandonados que no encuentran hogar
En muchas ciudades, países y regiones hay constantes reportes sobre este tema. ¿Por qué se multiplican los abandonos? ¿Hay alguna solución para frenar este problema? Toparse con un gatito o perrito abandonado es bastante frecuente. Pero, casi nadie quiere adoptarlos. Es un doble asunto: por una parte, la escasa voluntad de adoptar; por otro, no hay un control en la natalidad de animales sin…
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#Animales abandonados#Bioguia#Causas de abandono#Control natalidad#Noticias ambientales#Sin hogar#Soluciones
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UN HORIZONTE VERDE
Planeta Eos, año 2184. Los vientos aullaban a través de las dunas del color cobre oxidado, barriendo el polvo fino que se arremolinaba como un manto sutil sobre la superficie del planeta rojo. En medio de este desolado paisaje, una pequeña colonia se erguía como un oasis de vida: el hogar del Proyecto Verde, una organización dedicada a terraformar Eos y transformarlo en un mundo habitable y sustentable. En el centro de esta comunidad se encontraba el laboratorio de la Dra. Althea Rainier, una bióloga visionaria que había dedicado su vida a este ambicioso proyecto. Mientras los vientos azotaban las paredes transparentes de su invernadero, Althea observaba con orgullo las plantas que se alzaban sanas y vigorosas, absorbiendo la luz solar. "Hemos dado un gran paso", murmuró, acariciando suavemente las hojas de la Savia Eoana, una especie que había sido genéticamente modificada para prosperar en este hostil mundo. "Pero aún queda mucho por hacer".
La puerta del laboratorio se abre y por ella entra un joven de cabello oscuro y ojos brillantes. Es Karlen Vega, el protegido de Althea y uno de los ingenieros ambientales más prometedores de la colonia.
"Dra. Rainier, tiene que venir a ver esto", dijo Karlen con urgencia. "Hemos detectado una gran actividad sísmica al sureste de aquí. Parece que Zenith Corp. está perforando en busca de recursos minerales".
Althea frunció el ceño. Zenith Corp., la megacorporación minera más poderosa del planeta, era una constante amenaza para los esfuerzos de terraformación del Proyecto Verde. Mientras ellos trabajaban arduamente por crear un ecosistema sustentable, Zenith Corp. solo se preocupaba por extraer los valiosos minerales que yacían bajo la superficie, sin importarles el impacto ambiental.
"Reúne a tu equipo, Karlen. Iremos a investigar de cerca", ordenó Althea, su determinación brillando en sus ojos.
Horas más tarde, Althea y Karlen sobrevolaban las áridas llanuras en un vehículo aéreo, observando con preocupación las excavaciones que Zenith Corp había comenzado. Enormes máquinas perforadoras taladraban la corteza planetaria, devorando la roca y el suelo como bestias hambrientas de dinero y poder.
"Esto es lo que pensaba", murmuró Althea. "¡Están poniendo en peligro todo nuestro trabajo!".
Karlen asiente en silencio, sus dedos posando sobre los controles táctiles del vehículo, mientras buscaban un lugar seguro para aterrizar. Posteriormente, logran acercarse lo suficiente para obtener muestras y datos de la actividad minera. Sin embargo, no estaban solos.
Una mujer alta y elegante se acercó a ellos, ataviada con un impecable traje de ejecutiva. Era Ana Cross, la vicepresidenta de Zenith Corp.
"Dra. Rainier, Sr. Vega, me alegro de verlos", dijo Ana con una sonrisa fría y cínica.
"Supongo que han venido a inspeccionar nuestras operaciones. Como podrán ver, tenemos planes ambiciosos para Eos".
Althea se irguió, enfrentando a la mujer con determinación.
"Esos “planes ambiciosos” ponen mi trabajo en riesgo". La terraformación de Eos es un proceso delicado y frágil. Si continúan explotando los recursos sin control, podrían desestabilizar el equilibrio ecológico en el que hemos trabajado tanto por establecer".
Ana arqueó una ceja, sin inmutarse.
"Yo entiendo su preocupación, Dra. Rainier. Pero no podemos ignorar las necesidades de trabajos para cientos de desempleados que están en la tierra. Eos debe convertirse en un hogar seguro y próspero. Y eso, se requieren recursos, infraestructura y tecnología. Algo que solo Zenith Corp. puede proporcionar".
Karlen intervino, con su voz llena de determinación.
"Hay formas de integrar la conservación ambiental y el desarrollo industrial. Juntos, podríamos encontrar soluciones que beneficien a todos. Pero no a costa de destruir el frágil ecosistema que hemos construido aquí".
Ana los observó con una mezcla de interés y exasperación.
"Aprecio su entusiasmo, joven. Pero en el mundo real, a veces hay que tomar decisiones difíciles. Y créanme, Zenith Corp. hará lo que sea necesario para asegurar el futuro de la humanidad ".
Con esas palabras, Ana se dio la vuelta y se alejó, dejando a Althea y Karlen frustrados e inquietos.
De vuelta en la colonia, Althea convocó a una reunión de emergencia con los miembros clave del Proyecto Verde. Entre ellos se encontraba Ryo Takahashi, un veterano diplomático de la Unión Terrestre, enviado a Eos para mediar entre las diferentes facciones existentes.
"Esto es grave", dijo Althea, mientras mostraba en la pantalla las imágenes de las operaciones mineras de Zenith Corp. "Si permiten que continúen con esta explotación descontrolada, todo nuestro trabajo podría irse por la borda. ¡Debemos encontrar una forma de detenerlos!".
Ryo acarició su barbilla, pensativo.
"Entiendo su preocupación, Dra. Rainier. Pero también tenemos que considerar las necesidades existentes actualmente en la Tierra. Eos debe convertirse en un hogar viable y sostenible a largo plazo. Y eso requiere recursos, infraestructura y desarrollo tecnológico".
Karlen se inclinó hacia adelante, su mirada desafiante.
"¿Acaso no es ese también nuestro objetivo?, Hemos trabajado incansablemente para crear un ecosistema autosustentable. ¿Cómo pueden las corporaciones venir, destruir todo y llamarlo progreso?".
Después de estas palabras, empezó a haber exaltación entre los miembros del proyecto presentes. Entonces, Ryo levanta una mano, tratando de calmar los ánimos: "No estoy diciendo que apoyo las tácticas de Zenith Corp. Pero debemos encontrar un equilibrio, una solución que permita el desarrollo sin destruir los avances ecológicos que han logrado. De lo contrario, podríamos estar al borde de una guerra civil".
Althea frunció el ceño, consciente de que Ryo tenía razón. El conflicto entre el Proyecto Verde y las corporaciones mineras amenazaba con desestabilizar todo lo que habían construido. Necesitaban una estrategia cuidadosamente planificada si querían preservar el futuro de Eos.
En los días siguientes, Althea y su equipo trabajaron incansablemente, buscando alternativas que pudieran satisfacer tanto las necesidades de conservación como las de desarrollo. Karlen, en particular, se sumergió en la investigación, examinando formas innovadoras de integrar la tecnología con la naturaleza del planeta.
Mientras tanto, Ana Cross no se detuvo en sus esfuerzos por expandir las operaciones de Zenith Corp. Envió equipos de perforación a nuevas áreas, desafiando abiertamente al Proyecto Verde.
Llegado un momento, Althea convocó a otra reunión crucial con Ana y Ryo con la esperanza de llegar a un acuerdo.
"Hemos estudiado detenidamente la situación", dice Althea. "Y creemos haber encontrado una solución que podría satisfacer a todas las partes".
Ana la miró con recelo, pero Althea continuó.
"Proponemos crear una zona de conservación alrededor del bosque recién establecido. Allí, Zenith Corp. podrá extraer recursos, pero bajo estrictas regulaciones ambientales. Al mismo tiempo, El Proyecto Verde trabajará en la expansión del ecosistema, integrando la actividad minera de una manera sostenible".
Ryo asiente con aprobación.
"Pienso que es una propuesta interesante. Creo que podría funcionar, siempre y cuando ambas partes estén dispuestas a colaborar".
Ana permanece en silencio por unos momentos, evaluando la propuesta de los científicos. Hasta que suspira y dice: "De acuerdo, Dra. Rainier. Estaremos dispuestos a cumplir con las regulaciones ambientales, siempre y cuando se nos permita extraer los recursos que necesitamos para el desarrollo de Marte".
Althea sintió una oleada de alivio. Quizás, después de todo, sería posible encontrar un equilibrio entre la conservación y el progreso.
Las semanas siguientes fueron frenéticas, con el Proyecto Verde y Zenith Corp. trabajando juntos para implementar el plan. Karlen y su equipo diseñan sistemas de recolección y su uso eficiente de los recursos, minimizando el impacto ambiental.
Mientras tanto, Althea supervisaba la expansión del bosque de Eos, introduciendo nuevas especies adaptadas al planeta. Sin embargo, la paz frágil que habían logrado se ve amenazada cuando una tormenta de polvo sin precedentes azota la región. Las poderosas ráfagas de viento y la densa nube de partículas amenazaban con destruir tanto el bosque como las instalaciones mineras. Althea y Ana se vuelven a encontrar, esta vez, en un salón oscuro de la instalación del Proyecto Verde, esta vez en medio de la crisis.
"Tenemos que hacer algo, Dra. Rainier", dijo Ana, con preocupación reflejada en su rostro. "Si la tormenta continúa, perderemos todo el esfuerzo trabajado".
Althea asintió, sintiéndose alterada por la situación, buscando una solución.
"Tengo una idea, pero es arriesgada. Necesitaremos la cooperación de Zenith Corp y toda la tecnología que puedan aportar". Juntas, trabajaron incansablemente, coordinando a los equipos de ambas organizaciones. Utilizaron una tecnología experimental de control climático para desviar la tormenta y canalizar su energía, creando una especie de barrera protectora alrededor del bosque y las instalaciones mineras. Y el plan funcionó, y la tormenta se disipó, dejando a su paso un nuevo tipo de ecosistema híbrido, donde la naturaleza y la industria coexistían en armonía.
Karlen observó con asombro el resultado.
"¡Lo hicimos!. ¡Hemos encontrado una forma de preservar los bosques, sin tener que renunciar al desarrollo de Eos!".
Althea sonrió, consciente de que este era solo el comienzo de una nueva era para este planeta extraterrestre. Igual, Eos seguirá teniendo desafíos y compromisos, pero ahora tenían la esperanza de que la humanidad y la naturaleza, aun en medio ambiente no terrestre, pudieran coexistir en un delicado equilibrio.
#TerraformingMars#MakingMarsHome#ColonizingMars#SpaceSettlement#EnvironmentalScience#Conservation#Sustainability#GreenTech#ClimateAction#EcoInnovation#FutureOfEnergy#BalanceNatureDev#CoexistingWithNature#CorporateSocialResponsibility#ScienceFiction#SciFiEnvironment#HopeForTheFuture#EnvironmentalOptimism#SustentableByDesign#ProtectingHabitats#BiotechSolutions#ProblemSolvingSkills#InspiringStories#WomenInSTEM#WomenInLeadership#WomenInSciFi
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No tenemos una opción B // K.Salazar
Ser estudiante de Diseño hoy en día significa mucho más que aprender a crear productos atractivos y funcionales; también implica la responsabilidad de enfrentar desafíos globales como la sostenibilidad. El diseño sostenible ya no es solo una moda, sino una necesidad urgente en un mundo donde los recursos son limitados y el impacto ambiental de nuestras acciones es cada vez más evidente.
y ahora ¿Por qué hablo de este tema?
Bueno, desde pequeña he sido alguien muy consciente de mi alrededor, recuerdo que estaba en el centro caminando con mi abuela y ver un poster con la siguiente frase "no tenemos una opción B" la ilustración era una tierra destruida en gris, sin vida y con las palabras claras. Desde ese momento me a interesado lo qué es amigable con el medio ambiente y los residuos plásticos, mi pasion por el arte y conocer nuevas formas me llevó a conocer mi carrera actual, también por ejemplo he participado en plantaciones de árboles, hace no mucho colabore con un refugio para la confección y armado de casitas para animales, tambien fuera de mi universidad busque talleres de confección con material reciclado para la sustentabilidad.
Como estudiante de Diseño Industrial uno de los principales retos que enfrentamos es comprender la importancia de la sostenibilidad desde el inicio de nuestra formación. Sin embargo, implementar ideas sustentables en el diseño industrial no es fácil. Muchos estudiantes, aunque conscientes de esta necesidad, a menudo no tienen acceso a los recursos y conocimientos adecuados, como materiales y tecnologías que les permitan crear productos realmente ecológicos.
Además, los estudiantes de diseño deben aprender a equilibrar la sostenibilidad con la viabilidad económica. Los materiales y procesos sostenibles pueden ser más costosos que los tradicionales, lo que puede dificultar su adopción tanto en el ámbito académico como en el profesional. Por eso, es esencial desarrollar argumentos sólidos que demuestren el valor a largo plazo de los productos sostenibles frente a las partes interesadas.
Para que las ideas sustentables se conviertan en una norma, es crucial establecer criterios claros y aceptados universalmente que permitan evaluar la sostenibilidad de los productos. Esto ayudará a superar la desconfianza y la falta de estandarización que a menudo obstaculizan el progreso en este campo.
En conclusión, ser estudiante de diseño en un mundo con graves problemas ambientales es tanto un desafío como una oportunidad. La necesidad de ideas sustentables nos obliga a pensar de manera creativa e innovadora, a buscar constantemente nuevos materiales y métodos, y a colaborar con otros campos para desarrollar soluciones integrales. La educación en diseño industrial debe evolucionar para proporcionarnos las herramientas y el conocimiento necesarios para crear productos que no solo sean hermosos y funcionales, sino también sostenibles.
#planeta tierra#green mind#green life#sustentable#sostenibilidad#estudiante#diseño#desafio#cambio climático
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Opinión: Reforestación vs. Conservación: El Dilema Verde en las Islas Canarias
En la actualidad, la lucha contra la crisis climática y la pérdida de biodiversidad ha puesto a los bosques en el centro de las soluciones ambientales. Sin embargo, ¿es la reforestación siempre la mejor respuesta? Desde mi perspectiva, y con el trasfondo único que ofrecen las Islas Canarias, creo que es urgente analizar cómo los esfuerzos por plantar árboles pueden, paradójicamente, entrar en conflicto con la conservación de nuestros ecosistemas forestales nativos.
Las Islas Canarias: un santuario amenazado
Las Islas Canarias no son un lugar cualquiera. Este archipiélago volcánico alberga un tesoro biológico único: la laurisilva, un vestigio de los bosques subtropicales que cubrieron el Mediterráneo hace millones de años, y los pinares canarios, adaptados al fuego y esenciales para la recarga de los acuíferos. Con más de 1,600 especies endémicas, las Canarias son un hotspot de biodiversidad global.
Pero esta riqueza está en peligro. Las amenazas van desde incendios forestales cada vez más frecuentes y devastadores hasta la expansión urbanística, el turismo masivo y el cambio climático, que agrava la desertificación. Este frágil equilibrio natural convierte a las Islas en un lugar donde las decisiones ambientales deben ser especialmente cuidadosas y adaptadas a sus singularidades.
¿Reforestar para salvar o para destruir?
En los últimos años, se han impulsado en Canarias una infinidad de proyectos de reforestación, algunos con intenciones loables, pero otros plagados de errores y riesgos. Por ejemplo, la plantación en su día de especies no autóctonas, como eucaliptos o pinos foráneos, con fines paisajísticos, ha demostrado ser perjudicial para los ecosistemas locales. Estas plantaciones homogéneas pueden reducir la biodiversidad, alterar los ciclos hídricos y aumentar el riesgo de incendios.
Por otro lado, el llamado greenwashing o ecolavado ha encontrado en la reforestación una excusa perfecta. Empresas y administraciones plantan árboles como parte de sus campañas de sostenibilidad, pero ¿cuántos sobreviven a largo plazo? ¿Cuántos realmente benefician a la biodiversidad local? Sin un monitoreo riguroso, muchas de estas iniciativas terminan siendo más propaganda que solución.
"Plantar "sin tino" no es la solución, como no lo es tampoco convertirlo en una moda que no va mas allá de un puñado de "likes" en las RRSS."
Conservación forestal: La prioridad real
Si de algo estoy convencido, es de que la conservación debe ser la base de cualquier estrategia ambiental en Canarias. Restaurar los ecosistemas degradados, como el sotobosque de laurisilva, es mucho más beneficioso que simplemente plantar árboles. Preservar los relictos de bosque existentes, que albergan especies únicas y cumplen funciones ecosistémicas clave, debe ser prioritario frente a cualquier proyecto de reforestación masiva.
Los planes de gestión sostenible también juegan un papel crucial. Iniciativas que integren a las comunidades locales, reduzcan la presión del turismo masivo y fomenten prácticas agrícolas tradicionales son esenciales para mantener un equilibrio entre desarrollo y conservación.
Cuando las políticas fallan
Aquí es donde se encuentra el mayor reto: la coherencia de las políticas públicas. Por un lado, las directrices internacionales como las metas de carbono cero presionan a los gobiernos a plantar árboles para capturar CO₂. Por otro lado, las políticas locales permiten la expansión de infraestructuras turísticas y urbanísticas, que destruyen los hábitats que se pretende recuperar. Este doble discurso no solo es contraproducente, sino también insostenible.
Un ejemplo reciente es el caso de los incendios forestales en Tenerife, exacerbados por décadas de abandono rural y gestión forestal deficiente. A pesar de ello, las inversiones en prevención y restauración han sido insuficientes, mientras que los recursos se destinan a iniciativas de reforestación sin un análisis adecuado de su impacto.
Propuestas para un equilibrio sostenible
Creo firmemente que la convivencia entre reforestación y conservación es posible, pero requiere un cambio profundo en la forma de planificar y ejecutar los proyectos forestales. Algunas propuestas incluyen:
Proyectos basados en la ciencia: Priorizar especies autóctonas y plantaciones que respeten la estructura natural de los ecosistemas.
Monitoreo y evaluación: Crear sistemas de seguimiento para medir el impacto real de las iniciativas y asegurar su sostenibilidad.
Participación comunitaria: Involucrar a las comunidades locales en la toma de decisiones y ejecución de los proyectos, fomentando su arraigo social.
Transparencia y regulación: Evitar el ecolavado exigiendo certificaciones estrictas y rendición de cuentas por parte de empresas y gobiernos.
Un reto que exige compromiso
La convivencia entre reforestación y conservación no es solo un desafío técnico; es un problema ético y social. En Canarias, donde la biodiversidad es tan valiosa como frágil, no podemos permitirnos decisiones mal fundamentadas o políticas incoherentes.
La verdadera sostenibilidad no se trata de plantar árboles para cumplir metas, sino de preservar y restaurar los ecosistemas que nos conectan con nuestro pasado y garantizan nuestro futuro. Si queremos que las Islas Canarias sigan siendo un santuario biológico, debemos apostar por políticas basadas en ciencia, responsabilidad y compromiso a largo plazo.
"La naturaleza no necesita promesas vacías; necesita acciones conscientes".
Autor: Ángel Tavío García (TSGF) 2024
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Autores: Pedro D. Mejia y Teodoro A. Da Silva
La movilidad sostenible se ha convertido en un tema de gran relevancia en las ciudades modernas, que enfrentan desafíos relacionados con la congestión vehicular, la contaminación del aire y el cambio climático. La promoción de un sistema de transporte más sostenible es esencial para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar un futuro más limpio y eficiente. En este artículo, exploraremos los beneficios de la movilidad sostenible en las ciudades, así como las estrategias y soluciones que pueden llevarnos hacia una movilidad más respetuosa con el medio ambiente.
¿Qué es la movilidad sostenible?
La movilidad sostenible se refiere a un enfoque de transporte que busca satisfacer las necesidades de movilidad de las personas y mercancías de manera eficiente y accesible, al tiempo que... Leer mas
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Experiencia y conocimiento en el proceso de inscripción. EFICIENCIA DE MATERIALES, MATERIAL DE DESCARTE Y MINIMIZACIÓN EN LA FUENTE ✅ Promoción de la eficiencia en el uso de materiales ✅ Material de descarte proveniente de actividades productivas ✅ Regla para el aprovechamiento del material de descarte ✅ Transporte del material de descarte ✅ Minimización en la fuente
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Decrecionismo y (eco)socialismo. ¿Perspectivas afines o en disputa ante la crisis ecológica?
Por Esteban Mercatante
Fuentes:
La izquierda diario
En este artículo presentamos una mirada sobre los planteos decrecionistas como respuesta a los desastres ambientales producidos por el capitalismo, e interrogamos sus propuestas desde una perspectiva ecosocialista revolucionaria.
Los desastres ambientales en múltiples dimensiones que viene produciendo el capitalismo, cuyos efectos vienen resultando cada vez más devastadores, dieron un –necesario– sentido de urgencia a las discusiones de cómo encararla. La rutina de reuniones internacionales en las que los representantes estatales realizan performances en las que se muestran preocupados, para después realizar compromisos apenas cosméticos respecto del nivel de emergencia –especialmente en materia de emisiones de carbono, pero lo mismo vale para muchos otros planos–; el lavado de cara verde que realizan numerosas firmas con campañas que sirven sobre todo –y a veces únicamente– de marketing para estimular un crecimiento de ventas, y el negacionismo del cambio climático que impera en sectores ligados a la extrema derecha (como el trumpismo en EE. UU. o Javier Milei en la Argentina), actuaron de ariete para la puesta en discusión de alternativas que se proponen ser más disruptivas. Entre ellas se ubica el planteo decrecionista, que plantea que es necesario desescalar de manera urgente y voluntaria la producción y el consumo, a través de cambios profundos en la manera en la que estos procesos se llevan a cabo. Desescalar, básicamente en los países ricos, es la única manera para reducir la emisión de gases, pero también los efectos que tiene sobre los ecosistemas la extracción de recursos que hoy supera holgadamente la capacidad que tiene la naturaleza para reponerlos. La discusión del decrecionismo no es nueva. Sus antecedentes se remontan por lo menos hasta La ley de la entropía y el proceso económico de Nicholas Georgescu-Roegen, de 1970-71. André Gorz en la década de 1980 planteó abiertamente la necesidad de que la economía de los países ricos, imperialistas, decreciera, para recuperar un sendero sostenible. Wolfgang Harich también habló en los ‘70 de una perspectiva de “comunismo sin crecimiento” que asociaba necesariamente a un régimen autoritario, noción esta última con las que polemizó Manuel Sacristán (sin rechazar este último la idea de que un régimen comunista debiera ser decrecionista, pero sin renunciar nunca a la posibilidad de una perspectiva de “democratismo radical directo”) [1].
Pero fue, sobre todo en las últimas dos décadas, gracias a las contribuciones de autores como Serge Latouche y a la luz del recrudecimiento de las señales de emergencia ecológica, que esta perspectiva ganó terreno.
En los países desarrollados, responsables casi exclusivos de los mayores trastornos ambientales, empezando por la emisión de gases acumulada en doscientos años de acumulación capitalista, el decrecionismo se ha vuelto una mirada de gran consenso en sectores activistas y académicos ligados a las problemáticas ecológicas desde perspectivas críticas –es decir, entre quienes no adscriben a la noción de que puede ser viable un “capitalismo verde”, con sus soluciones para los problemas ambientales a la medida del sostenimiento de la ganancia y de la acumulación de capital–.
El crecimiento como ideología
El blanco principal del decrecionismo, como su nombre lo indica, es el crecimiento económico. El PBI como indicador económico cargado de ideología es un punto de partida de casi todos los tratados que se ubican en esta corriente. Encontramos un importante espacio dedicado a revelar la construcción selectiva que produjo este índice, que identifica “la economía” con la producción de mercado y otras esferas como los servicios prestados por sector público, mientras deja afuera otras –como el trabajo doméstico–. Al mismo tiempo, se deconstruye la idea de que el crecimiento económico continuado, medido en términos de un Producto Bruto Interno siempre en aumento está necesariamente asociado a una mejora del bienestar. Por empezar, como nos recuerda Jason Hickel en el libro cuyo libro Menos es más. Cómo el decrecimiento salvará el mundo, recientemente editado en español por Capitán Swing, durante la mayor parte de la historia del capitalismo, “el crecimiento no trajo mejoras en el bienestar en las vidas de la gente común; de hecho, hizo todo lo contrario” [2]. La “acumulación originaria”, que Karl Marx aborda en el Capítulo XXIV de El capital para recordarnos que el capitalismo llegó al mundo “chorreando sangre y lodo, por todos los poros, desde la cabeza hasta los pies” [3], con su “liberación” del campesinado que dejaba de disponer de medios directos para su reproducción, creó las bases para poder imponer a la fuerza de trabajo, en Inglaterra primero y luego en el resto de Europa, largas jornadas laborales. El hacinamiento en las ciudades y la insalubridad laboral contribuyeron a un aumento de la mortalidad y reducción de la esperanza de vida. Esta misma “acumulación originaria” tuvo como presupuesto el colonialismo, que devastó poblaciones de África, América Latina, y Asia. La “correlación” entre crecimiento y bienestar se puede observar recién desde mediados del siglo XIX en Europa, y más tarde en otras geografías. Pero, incluso entonces, la mejora en muchos indicadores como la reducción de la mortalidad por enfermedades, la mortalidad infantil, y el aumento de la esperanza de vida, se debió menos al crecimiento que la aplicación extendida de medidas sanitarias básicas, como el acceso a agua potable y cloacas [4]. Sin embargo, el principal argumento es que, pasado un determinado umbral de PBI per cápita, este correlato se disocia, e incluso puede haber casos en los que “más es menos”. Hickel argumenta que “la relación entre PBI y bienestar humano se despliega en una curva de saturación, con retornos decrecientes pronunciados: después de un cierto punto, que las naciones de altos ingresos han superado hace rato, más PBI adhiere poco o nada al florecimiento humano” [5].
Algunos autores, como Latouche, refuerzan la crítica a la asociación entre riqueza –en un sentido amplio– con PBI, apelando a la experiencia –truncada por la fuerza por la imposición de políticas procapitalistas– en los países dependientes y semicoloniales (hablando en nuestros términos, no en los del autor que más bien se refiere al mundo “no occidental”): la ideología del crecimiento y del “desarrollo” (entendido siempre bajo los términos capitalistas impuestos por las potencias imperialistas) se usó como vara para tildar de pobres a sociedades en las que la reproducción estaba ampliamente organizada bajo formas de subsistencia no capitalistas, que eran sustentables en su relación con la naturaleza. La “pobreza” en términos de PBI –que quedaba magnificada por el limitado desarrollo de la esfera mercantil que podía medirse con este indicador pero resultaba más discutible con otras medidas más cualitativas de la satisfacción de necesidades– apuntaba a “remediarse” a través del impulso de las medidas “necesarias” para iniciar el camino del “desarrollo” bajo los lineamientos de las agencias internacionales, que no eran otra cosa que políticas de desposesión que abrían el paso a la acumulación capitalista. Acumulación que, bajo las condiciones de dependencia, produjo cualquier cosa menos desarrollo en casi todos los casos y que, al abrirse paso mediante la desarticulación de las formas de reproducción social preexistentes, no capitalistas, produjo un aumento de la pobreza en gran escala en estas sociedades. En el planteo de Latouche puede haber alguna inclinación a romantizar aspectos de las relaciones de producción no capitalistas, pero es indiscutible el resultado de los programas de ajustes y reformas estructurales implementados bajo mandato del FMI y el Banco Mundial en el mundo periférico.
¿Por qué el decrecionismo toma la crítica a la meta del crecimiento perpetuo del PBI como punto de partida? Básicamente porque, afirman varios autores de esta corriente, este objetivo –ligado a otro concepto con connotaciones todavía más positivas, el de “desarrollo”– es el que ordena todas las herramientas de política económica al menos desde las primeras décadas del siglo XX.
El ya mencionado Jason Hickel, es más específico: el problema no es el crecimiento en sí, sino la ideología del crecimiento, “la búsqueda del crecimiento por sí mismo, o por el bien de la acumulación de capital, en lugar de satisfacer necesidades humanas concretas y objetivos sociales” [6]. Esta pulsión está inscripta en la lógica básica de funcionamiento del sistema capitalista, en el que “el dinero se convierte en ganancia que se convierte en más dinero que se convierte en más ganancia […] Para los capitalistas, la ganancia no es solo dinero al final del día, que se utilizará para satisfacer alguna necesidad específica: la ganancia se convierte en capital. Y el punto central del capital es que debe reinvertirse para producir más capital. Este proceso nunca termina” [7]. Este autor se distingue por plantear de manera más clara que otros decrecionistas la necesidad de un horizonte anticapitalista, y considera claramente que el crecimiento es una pulsión inevitable de este sistema, y por ende que para decrecer la economía hay que ir más allá del capitalismo. No obstante, comparte con la corriente poner el foco en atacar la compulsión al crecimiento como cuestión nodal.
Y este objetivo de mantener el crecimiento sin pausa del PBI se está, literalmente, devorando el planeta.
PBI per cápita y huella material
El crecimiento del PBI no ocurre en el vacío; toda producción social es un proceso material. El crecimiento infinito del PBI significa un aumento también sin fin de la utilización de materiales, apropiados de la naturaleza, y de generación de desechos. No faltan entonces motivos para plantear que la hipertrofia de los aparatos de producción capitalista de los países imperialistas, orientados a una perpetua acumulación acrecentada de valor que se consigue a través de procesos de producción material que ocurren en escala necesariamente acrecentada, alcanzó niveles insostenibles en relación con los límites biofísicos del planeta. Una reorganización en gran escala de la producción en estas economías, para reorientarla hacia la satisfacción sostenible de las necesidades sociales de la mano de una reducción de la jornada de trabajo, tendrá que pasar inevitablemente por el desescalamiento de numerosas ramas de la producción –cuestión que con el desarrollo de las cadenas globales de valor implica reorganizaciones que atraviesan fronteras, lo que le otorga otra complejidad–.
Hickel repasa muchos de los indicadores que ilustran los trastornos generados por este crecimiento de los procesos materiales de producción, y la manera drástica en que se aceleraron. Vale la pena detenerse en ellos.
El consumo de materias primas pasó de 7 mil millones toneladas en 1900, a 14 mil millones poco antes de mediados de siglo. Pero desde 1945 hasta hoy creció hasta más de 100 mil millones de toneladas. Al ritmo actual, observa Hickel, vamos encaminados a superar las 200 mil millones de toneladas para 2050, cuando algunos estudios estiman que lo manejable para el planeta –lo que puede extraerse sin dañar de manera irreversible a los ecosistemas– equivale a 50 mil millones de toneladas. Es decir, la mitad de lo que se extrae actualmente. La ONU estima que el 80 % de la pérdida de biodiversidad global se debe a la extracción material [8].
El cambio climático, impulsado por las emisiones de los combustibles fósiles, responde a la misma mecánica. “¿Por qué estamos quemando tanto combustible fósil en primer lugar? Porque el crecimiento económico requiere energía. Durante toda la historia del capitalismo, el crecimiento siempre ha causado un aumento en el uso de energía” [9].
Pero las responsabilidades por este estado de cosas están claramente localizadas geográficamente. El tamaño del PBI per cápita está muy asociado al consumo de materias primas por persona y al impacto ambiental de conjunto. La huella material en los países de bajos ingresos (su consumo de materias primas) es de 2 toneladas por persona por año. Los países de ingresos medianos bajos consumen alrededor de 4 toneladas por persona, y los países de ingresos medianos altos consumen alrededor de 12. Los países desarrollados, de ingresos altos, consumen alrededor de 28 toneladas por persona por año, en promedio. Hickel observa que “un nivel sostenible de huella material, expresado en términos per cápita, es de unas 8 toneladas por persona. Las naciones de altos ingresos superan ese límite casi cuatro veces” [10].
Este exceso tiene consecuencias en variadas dimensiones. “Aumentar la extracción de biomasa significa arrasar bosques y drenar humedales. Significa destruir hábitats y sumideros de carbono. Significa agotamiento del suelo, zonas muertas del océano y sobrepesca. Aumentar la extracción de combustibles fósiles significa más emisiones de carbono, más descomposición del clima y más acidificación de los océanos. Significa más remoción de cimas de montañas, más perforación en alta mar, más fracking y más arenas bituminosas. Aumentar la extracción de minerales y materiales de construcción significa más minería a cielo abierto, con toda la contaminación aguas abajo que conlleva, y más automóviles, barcos y edificios que demandan aún más energía. Y todo esto conlleva más residuos: más vertederos en el campo, más tóxicos en nuestros ríos y más plásticos en el mar” [11].
El problema con el crecimiento económico, afirma Hickel, “no es solo que nos quedemos sin recursos en algún momento”, que era como tendía a presentar la cuestión el informe Los límites del crecimiento presentado por el Club de Roma en 1972. El problema “es que degrada progresivamente la integridad de los ecosistemas” [12]. El autor se apoya en trabajos recientes, como el presentado en 2009 por Johan Rockström, James Hansen y Paul Crutzen que desarrolla el concepto de “límites planetarios”. La biosfera de la Tierra “es un sistema integrado que puede soportar presiones significativas, pero pasado cierto punto comienza a descomponerse” [13]. Basándose en datos de la ciencia de los sistemas terrestres, identificaron nueve procesos potencialmente desestabilizadores que tenemos que mantener bajo control para que el sistema permanezca intacto. Estos son: el cambio climático; la pérdida de biodiversidad; la acidificación de los océanos; los cambios en el uso del suelo; los ciclos del nitrógeno y del fósforo; el consumo de agua dulce; la carga de aerosoles atmosféricos; la contaminación química y la destrucción de la capa de ozono. Los científicos han estimado “límites” para cada uno de estos procesos. Por ejemplo, la concentración de carbono atmosférico no debería sobrepasar las 350 ppm si el clima se mantiene estable (cruzamos ese límite en 1990 y hoy supera los 415 ppm); la tasa de extinción no debe exceder las diez especies por millón por año; la conversión de tierras boscosas no debe exceder el 25 % de la superficie terrestre de la Tierra; etcétera. “Estos límites no son límites ‘duros’, en sentido estricto. Cruzarlos no significa que los sistemas de la Tierra se apagarán de inmediato. Pero sí significa que estamos entrando en una zona de peligro en la que corremos el riesgo de desencadenar puntos de inflexión que eventualmente podrían conducir a un colapso irreversible” [14].
Son muy interesantes y pertinentes las páginas que Hickel dedica a desmontar las nociones de que pueda haber un “capitalismo verde”; o, en otros términos, de que puedan desarrollarse soluciones tecnológicas que puedan eventualmente hacer compatible el crecimiento económico continuado con un metabolismo socionatural equilibrado. Muchas de estas soluciones se centran en el problema de las emisiones de carbono, proponiendo soluciones que puedan absorberlo. De hecho, en la idea de que pueda implementarse en un plazo no muy lejano una tecnología de este tipo, se basan las proyecciones del acuerdo de París de que, con los compromisos de emisiones realizados por los distintos países (que no dan visos de cumplirse) la temperatura aumente “solamente” 1,5 grados a finales del siglo. Sin una tecnología de absorción de carbono, el aumento sería del doble con el nivel de emisiones proyectadas. El problema es que una tecnología de este tipo, aún si fuera realmente viable para absorber todas las emisiones (algo que no está probado ni técnica ni económicamente) requeriría construir decenas de miles de fábricas dedicadas a esto. Un trastorno ecológico formidable.
La energía “verde”, como puede ser una matriz basada en generación solar y eólica, si se pone en función de sostener el crecimiento “verde” también es garantía de desastres. Como observa Hickel, la explotación de litio para producir baterías “apenas está comenzando y ya es una catástrofe [15].
Hickel desmonta de manera implacable muchos de estos mitos, sin renunciar de plano a la idea de que ciertos desarrollos tecnológicos –desembarazados de la lógica capitalista que guía hoy a la innovación– deban ser parte de la respuesta a los desastres ambientales.
¿Más allá del capital?
A remediar los trastornos en las condiciones materiales que ha producido y seguirá profundizando el “crecimiento compuesto” del PBI es que apunta el decrecionismo.
El nombre en el que se embanderan, y las diatribas –bien fundamentadas– contra las ideologías que rodean al PBI como indicador excluyente, podrían llevarnos a concluir que el planteo decrecionista se reduce –nada más ni nada menos– que en una reducción del tamaño de la economía. Si así fuera, todo el planteo se reduciría a poner en el centro un aspecto cuantitativo, o “técnico”, un medio, sin ligazón con aspiraciones claras de una transformación social más amplia. Pero no es este el caso.
Giorgos Kallis especifica que la meta no es simplemente la reducción del PBI, sino que esta sería más bien una consecuencia de las transformaciones buscadas. “El objetivo del decrecimiento no es hacer que el crecimiento del PIB sea negativo. En términos económicos, el decrecimiento se refiere a una trayectoria en la que el “rendimiento” (energía, materiales y flujos de desechos) de una economía disminuye mientras que el bienestar mejora. La hipótesis es que el rendimiento decreciente vendrá con toda probabilidad con el producto decreciente, y que estos solo pueden ser resultados de una transformación social en una dirección igualitaria” [16].
En todos los trabajos encontramos la idea de que son necesarios cambios muy agudos en las formas de producción y consumo. La idea de una nueva sociedad está presente incluso en los autores que son más ambivalentes respecto de la necesidad de terminar con el dominio del capital. Según Latouche
El decrecionismo es fundamentalmente anticapitalista. No tanto porque denuncia las contradicciones y las limitaciones ecológicas y sociales del capitalismo como porque desafía su ’espíritu’, en el sentido que Max Weber ve el “espíritu del capitalismo” como una condición previa para su existencia Si bien es posible, en abstracto, concebir de una economía ecológicamente compatible con la existencia continuada de un capitalismo de lo inmaterial, esa perspectiva es poco realista cuando se trata de lo imaginario fundamentos de una sociedad de mercado, a saber, el exceso y el desenfreno (pseudo-)dominación. Un capitalismo generalizado no puede sino destruir el planeta de la misma manera que está destruyendo la sociedad y cualquier otra cosa que sea colectiva [17].
El problema es que no hay equivalencia entre aquello que se quiere desmantelar, y lo que se propone construir. Se pretende que podrá venir el final de un modo de producción a través de la imposición del decrecionismo. Pero este último, por más que se afirme que es mucho más que una postura negativa respecto del crecimiento económico, no termina de delinear una hoja de ruta coherente para subvertir las bases del capitalismo.
Kallis compara en Degrowth las propuestas realizadas por distintos exponentes del decrecionismo. Algunas de las principales que encontramos son:
– volver a tener una huella ecológica menor recortando consumos intermedios (transporte, energía, envases, publicidad); – aplicar impuestos que graven la contaminación; – poner fin a la obsolescencia programada; – relocalizar actividades priorizando la escala urbana; – revitalizar la agricultura campesina; – transformar ganancias de productividad en reducción de jornada y creación de empleo; – incentivar la “producción” de bienes relacionales, como la amistad y vecindad – limitar el rango de desigualdad en la distribución del ingreso con un ingreso mínimo y un ingreso máximo; – cortar el desperdicio de energía por un factor de 4; – imponer sanciones por gastar en publicidad; – declarar una moratoria en innovación tecnocientífica; – desmercantilizar los bienes públicos y expandir los comunes; – establecer un jubileo de deudas; – aplicar un impuesto global sobre transacciones financieras, ganancias transnacionales, un impuesto global a la riqueza, un impuesto sobre las emisiones de carbono y un impuesto sobre los residuos nucleares altamente activos; – rerregular el comercio internacional con el objetivo de alejarse del libre comercio, y restringir la libre movilidad de capitales; – degradar a la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el FMI [18].
Es indudable que muchos de estos planteos atentan contra la viabilidad del capitalismo. Otros, no incompatibles per se con los imperativos básicos de este modo de producción, apuntan contra algunos de los pilares fundamentales que conquistó la clase dominante durante las décadas de ofensivas bajo la ideología neoliberal. Pero, aunque pueda ser un conjunto de propuestas destinados a generar una movilización en favor del decrecimiento, están esencialmente planteadas –y pensadas– como un programa de reformas a ser implementadas por el Estado capitalista, garante de las relaciones de producción que tienen su fundamento en el sostenimiento del crecimiento de la acumulación de valor (y de producción material).
Esta limitación resulta inevitable, ya que hay una contradicción no resuelta entre las intenciones anticapitalistas y la renuencia a plantear abiertamente una estrategia que ataque el principal centro de gravedad del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción. Latouche es explícito en cuestionar cualquier noción de que los objetivos decrecionistas deban alcanzarse a través de una socialización generalizada de los medios de producción. Por el contrario, sostiene que “eliminar a los capitalistas, proscribir la propiedad privada de los medios de producción y abolir la relación salarial o acabar con el dinero” todo lo que hará es “sumergir a la sociedad en el caos, y no podría hacerse sin usar el terror a gran escala” [19]. Latouche, pero también Kallis, apuntan que el “socialismo realmente existente” fue productivista, y extienden esto a todas las principales corrientes del marxismo, incluyendo al trotskismo. Hay una cierta incongruencia entre el reconocimiento que encontramos en autores decrecionistas de que los países que no pertenecen al selecto club de los ricos tienen derecho a invertir esfuerzos en elevar las condiciones de vida, mientras se achaca sin distinción el mote de “productivismo” a pensadores marxistas que en muchos casos no bregaban por un crecimiento sin fin, sino por superar los problemas del atraso en países que eran a todas luces pobres y con estructuras económico sociales distorsionadas por el lastre imperialista. Dicho esto, es innegable que para la burocracia estalinista en la URSS y en Europa del Este, así como para el maoísmo, el productivismo dominó la planificación económica, y la búsqueda del desarrollo estuvo acompañada de numerosos desastres ambientales que podrían haberse evitado. También podemos observar, aún hoy, la existencia de fuertes impulsos productivistas en corrientes y autores marxistas y socialistas. Pero basarse en esto para dar por cerrada cualquier perspectiva de salida anticapitalista y socialista, es cerrar la única puerta que pude sacarnos de las encerronas del capitalismo y su impulso al crecimiento sin fin con miras a la ganancia.
Se trata de una cuestión de estrategia, pero también de los actores llamados a intervenir para favorecer una perspectiva decrecionista. El “sujeto” es la ciudadanía, ante la cual es necesario librar una batalla por la opinión para movilizarse ante el Estado, para presionar por medidas decrecionistas y para que modifique sus propias conductas de consumo. Entre el gesto anticapitalista y el rechazo de la socialización de los medios de producción, el planteo de autores como Latouche no logra ser más que un compendio de medidas para poner límites al capitalismo, desde el Estado, sin abolirlo. Una contradicción en los términos, si lo que se pregona es el decrecimiento.
El decrecionismo, como ya señalamos, es un conjunto heterogéneo. Como lo pueden sugerir algunas de las propuestas del compendio presentado más arriba, están quienes propugnan una estrategia de crear espacios de autonomía, no regidos por el crecimiento. Esto se vincula al fuerte énfasis en lo regional/local –en oposición a lo nacional o global–, que también está muy presente en Latouche.
Algunos planteos decrecionistas lo señalan como una salida tanto individual y colectiva en clave “anticapitalista”, cuyo sujeto está también en general en la ciudadanía, pero especialmente en las comunidades rurales, campesinas, originarias, etc.. Así, la crítica al hiperconsumismo y las relaciones mercantilizadas de las grandes ciudades desemboca en una idealización de la vida local y rural; y a menudo la crítica de las consecuencias devastadoras de determinadas tecnologías se convierte en una impugnación general al desarrollo industrial y tecnológico (como se expresa en la “moratoria” a la innovación que forma parte del compendio señalado más arriba). Latouche y muchos otros decrecionistas cuestionan la asociación de la corriente con una romantización de formas de vida precapitalistas o como una propuesta de “retorno” al pasado. Pero esta crítica encuentra asidero en algunos de los planteos del decrecionismo.
Una lógica emparentada con la recientemente señalada, es la bregan por establecer espacios de autonomía con respecto al capitalismo en los intersticios de las sociedades dominantes. Esto lo vemos entre quienes se definen como anarquistas, libertarios (no confundir con los libertarianos), autonomistas o incluso algunos ecosocialistas. Para Giorgos Kallis, por ejemplo, la perspectiva decrecionista puede configurarse a través de una articulación “contrahegemónica” de distintas esferas de la producción social y comunidades no regidas por la valorización, que puedan dar lugar a “economías alternativas”.
meros microcosmos o prefiguraciones de un mundo en decrecimiento. Son incubadoras, donde la gente realiza todos los días el mundo alternativo que les gustaría construir, su lógica hecha sentido común. Los bienes comunes alternativos son nuevas instituciones de la sociedad civil que nutren nuevos sentidos comunes. A medida que se expanden, deshacen los sentidos comunes de crecimiento y vuelven hegemónicas a las ideas compatibles con el decrecimiento, creando las condiciones para que una fuerza social y política cambie las instituciones políticas en la misma dirección [20].
Incluso aunque una transición de este tipo –que reproduce a grandes rasgos la que dio lugar al surgimiento del capitalismo de las relaciones feudales– fuera factible en los marcos del capitalismo (cuya reproducción ampliada opera presionando permanentemente por integrar y subsumir todas las esferas donde haya potencial de producción rentable), implica una transición larga, inconsistente con la urgencia de poner el “freno de emergencia” a la crisis ecológica que recorre todos los planteos decrecionistas.
Tenemos otros autores, como el mencionado Hickel, que ponen más énfasis en las propuestas que apuntan a poner palos en la rueda de la valorización del capital. Pero incluso acá, poner en primer plano el decrecionismo y dejar apenas sugerida la perspectiva ecosocialista, le quita una cierta coherencia estratégica al planteo.
Incluso en los autores que, como Hickel, delinean un –difuso– horizonte postcapitalista, no emerge en ningún momento ni una hoja de ruta clara para alcanzarlo ni los actores sociales que puedan motorizar una transformación que vaya en ese sentido. El autor incorpora a una sumatoria de propuestas que incluye algunas de las mencionadas más arriba, la necesidad de un “imaginario” postcapitalista, y la necesidad de organizar la producción y consumo social “asegurándose de devolver como compensación, haciendo lo posible para enriquecer, en vez de degradar, los ecosistemas de los que dependemos” [21]. Son cuestiones muy importantes, pero no definen las alianzas ni estrategias para hacer ese imaginario realidad. El mismo abismo entre horizonte estratégico ambicioso, sujetos sociales indefinidos y propuestas inmediatas de reformas no transicionales, ocurría con el planteo de comunismo decrecionista de Saito, como hemos señalado en otra oportunidad.
Por otra parte, aunque los autores le atribuyan al decrecionismo un carácter anticapitalista y progresivo, sus coordenadas son tan generales que la bandera de decrecer no está exenta de apropiaciones bastardeadas de algunos de su planteos, que en nombre de la sostenibilidad ecológica puedan abrazar un neomalthusianismo e imponer políticas socialmente regresivas, buscando “desescalar” a costa de los ya raleados consumos de la clase trabajadora y el pueblo pobre.
Las coordenadas para el ecosocialismo
El decrecionismo no es sinónimo de socialismo, aunque algunos ecosocialistas decrecionistas busquen minimizar la diferencia de perspectivas debida a la heterogeneidad de visiones entre los proponentes de la primera perspectiva. Vista como alternativa, es apenas una variante de las propuestas de reformas del estado de cosas existente, aunque las más drásticas –sin las cuales no hay una hoja de ruta “sustentable”– resulten incompatibles con el capitalismo, y por tanto resulten inviables sin una estrategia anticapitalista articulada, que solo puede ser socialista.
Por otra parte, la cuestión no es simplemente reducir la escala de los procesos de producción de acuerdo a los límites biofísicos. Es necesario cambiar de conjunto una lógica de producción de acuerdo a la ganancia, que tiene otras implicancias, como la implementación siempre de los procesos productivos más baratos aún cuando pueda haber otros más costosos pero menos dañinos en términos ambientales. Esta última dimensión del metabolismo socionatural no está claramente presupuesta en el término “decrecimiento”. Por eso, para abordar todas las dimensiones de la problemática ecológica, es necesaria una clara perspectiva anticapitalista y socialista.
Dicho esto, la advertencia decrecionista sobre la urgencia de equilibrar el metabolismo socionatural en concordancia con los límites biofísicos del planeta largamente superados por el capitalismo, no debe ser tomada a la ligera. Es necesario llenar el vacío de estrategia y articulación de fuerzas de clase que los decrecionistas dejan sin resolver, pero no dar la espalda a su diagnóstico y lo que esto significa para la transición poscapitalista, y socialista, en la actualidad. Si es el desarrollo de las contradicciones del capitalismo el que crea las precondiciones para que se desarrolle en el seno de esta sociedad una alternativa superadora, estas potencialidades hoy vienen acompañadas de una pesada herencia ecológica de la que habrá que hacerse cargo.
El objetivo fundamental de los planteos decrecionistas, que es alcanzar un metabolismo socionatural equilibrado, que no imponga sobre el planeta una extracción mayor a la que los sistemas vitales son capaces de regenerar y reduzca la huella material drásticamente desde sus niveles actuales, que busque mitigar los efectos de la emisión acumulada de gases de carbono en el menor plazo posible y apunte hacia un ordenamiento económico que no tenga como meta el crecimiento sin fin; este objetivo, es enteramente compatible y solamente alcanzable con una estrategia socialista. Solo si la clase obrera, en alianza con el pueblo pobre, interviene para socializar los medios de producción estratégicos y los reorganiza priorizando la satisfacción plena de las necesidades sociales en los marcos de un metabolismo socionatural equilibrado, se pueden volver realizables los objetivos que propone el decrecionismo. Esto implica también nacionalizar las tierra urbana y rural para rediscutir los usos del suelo y liquidar la especulación inmobiliaria, nacionalizar los bancos, como algunos de los resortes fundamentales para reorientar la producción social. Sobre esta base, en los países ricos imperialistas se podrá discutir el drástico desescalamiento de muchos sectores de la producción e imponer la redistribución de la riqueza por la que brega el decrecionismo, pero que sin esta “redistribución” de la propiedad de los medios de producción resulta una utopía.
¿Deberá abandonar el socialismo cualquier perspectiva de “abundancia material”? No nos parece que esto deba ser así, pero esta abundancia no puede entenderse como un incremento ilimitado de la disponibilidad individual de bienes de consumo, que es la única manera en que nos permite entenderla el capitalismo. Autores como el ya mencionado Sacristán tienen el mérito de haber intuido tempranamente esta cuestión, abordando a la vez los “atisbos político-ecológicos” de Marx (al decir de Sacristán) para repensar el comunismo frente a la crisis ecológica.
Una crítica central de Marx al modo de producción capitalista, se encuentra en el empobrecimiento que impone a la fuerza de trabajo al establecer una relación enajenada con esta, como mercancía y forzarla a ponerse al servicio del capital para sostener la rueda constante de la acumulación. La dinámica de la producción por la producción misma, que apunta hacia la máxima extensión posible o socialmente tolerable del tiempo de trabajo en pos de la valorización, niega todas las posibilidades del desarrollo de la riqueza social en el amplio sentido planteado en la cita que reproducimos más arriba de los Grundrisse. De igual modo, esta dinámica arrasa con la riqueza de la naturaleza. Romper con esa enajenación, socializando los medios de producción, sienta las bases para un desarrollo más pleno de las potencialidades negadas bajo el capitalismo. A esto apunta Marx cuando discute el pasaje del reino de la necesidad al reino de la libertad.
La libertad en este terreno sólo puede consistir en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente ese metabolismo suyo con la naturaleza poniéndolo bajo su control colectivo, en vez de ser dominados por él como por un poder ciego; que lo lleven a cabo con el mínimo empleo de fuerzas y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero éste siempre sigue siendo un reino de la necesidad. Allende el mismo empieza el desarrollo de las fuerzas humanas, considerado como un fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad, que sin embargo sólo puede florecer sobre aquel reino de la necesidad como su base. La reducción de la jornada laboral es la condición básica [22].
Creemos que John Bellamy Foster está en lo correcto cuando señala que:
la sociedad, particularmente en los países ricos, debe avanzar hacia una economía de estado estacionario o de estado estacionario, lo que requiere un cambio a una economía sin formación neta de capital, que se mantenga dentro del presupuesto solar. El desarrollo, particularmente en las economías ricas, debe asumir una nueva forma: cualitativa, colectiva y cultural, enfatizando el desarrollo humano sostenible en armonía con la visión original del socialismo de Marx. Como argumentó Lewis Mumford, un estado estacionario, que promueve fines ecológicos, requiere para su cumplimiento las condiciones igualitarias del “comunismo básico”, con la producción determinada “según la necesidad, no según la capacidad o la contribución productiva”. Tal alejamiento de la acumulación de capital y hacia un sistema de satisfacción de las necesidades colectivas basado en el principio de lo “suficiente” es obviamente imposible en cualquier sentido significativo bajo el régimen de acumulación de capital. Lo que se requiere, entonces, es una revolución ecológica y social que facilite una sociedad de sostenibilidad ecológica e igualdad sustantiva [23].
Esta perspectiva ecosocialista requiere más que nunca actuar internacionalmente. Ante los desafíos que plantea la crisis ecológica, es hoy más claro que nunca que no hay transformaciones posibles “en un solo país”; atacar las múltiples dimensiones de la crisis ecológica requiere respuestas globales, que deben ser radicalmente distintas a los formalismos habituales de las cumbres de países donde la batuta la tienen las potencias imperialistas y el gran capital. Las transformaciones en los países imperialistas ricos, que hace tiempo han excedido los límites biofísicos, hacia sociedades socialistas “estacionarias” a, decir de Foster y los desafíos de los países oprimidos y semicoloniales, en los cuales la pelea de la clase trabajadora y los sectores populares para cortar los lazos con el imperialismo y sus socios capitalistas locales –socios en el extractivismo– es clave para poder satisfacer demandas sociales fundamentales –sin repetir los patrones ecológicos insostenibles del desarrollo capitalista pero sí concentrando esfuerzos en inversiones impostergables para elevar el nivel de vida– deben estar como nunca entrelazadas. Solo un movimiento revolucionario ecosocialista internacionalista que derrote a la clase capitalista y sus agentes políticos, podrá cambiar los juegos de “suma cero” que hoy dominan la (ausencia de) política ecológica bajo la batuta de las potencias imperialistas, que en los discursos de las cumbres hablan de coordinación y de “responsabilidades” pero evitan cualquier reconocimiento significativo de la “deuda ecológica” –es decir, el saqueo acumulado contra los países oprimidos–. En las luchas de hoy contra grandes grupos trasnacionales imperialistas que generan en todo el planeta numerosos desastres ecológicos aunque sean muchas veces los mismos que apelan al “greenwashing” en vistosas campañas publicitarias, debemos ir forjando la necesaria la unidad internacionalista de las clases trabajadoras y los pueblos oprimidos de todo el planeta.
NOTAS:
[1] Ver por ejemplo Manuel Sacristán Luzón, “Presentación” a Wolfgang Harich, ¿Comunismo sin crecimiento?, Barcelona, Materiales, 1978, p. 27.
[2] Jason Hickel, Less is More. How Degrowth Will Save the World, Londres, William Heinemann, 2020, p. 156. Las citas son traducción directa de la edición original en inglés.
[3] Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Tomo 1, vol 3, México DF, Siglo XXI Editores, 1976, p. 950.
[4] Jason Hickel, ob. cit., p 157.
[5] Ibídem, p. 159.
[6] Ibídem, p. 95.
[7] Ibídem, p. 83.
[8] International Resource Panel, Global Resources Outlook (UN Environment Programme, 2019).
[9] Jason Hickel, ob. cit., p. 98.
[10] Ibídem, p. 101.
[11] Ibídem, p. 97.
[12] Ibídem, p. 113.
[13] Ibídem, p. 114.
[14] Ídem.
[15] Ibídem, p. 132
[16] Giorgos Kallis, Degrowth, Newcastle, Agenda, 2018, p. 20.
[17] Serge Latouche, Farewell to Growth, Cambridge, Polity, 2009, p. 91.
[18] Giorgos Kallis, ob. cit., p. 128.
[19] Serge Latouche, ob. cit., p. 91.
[20] Giorgos Kallis, ob. cit., p. 138.
[21] Jason Hickel, ob. cit., p. 236
[22] Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política. Tomo 3, Vol 8, México D. F., Siglo XXI editores, 1981, p. 1044
[23] John Bellamy Foster, Marxism and Ecology: Common Fonts of a Great Transition, en Great Transition, consultado el 05/07/23. Sin embargo, el propio Foster, después de señalar este horizonte, argumenta que si bien “está clara la necesidad objetiva de tal revolución ecológica, queda pendiente la cuestión más difícil de cómo llevar a cabo las transformaciones sociales necesarias”, y por eso plantea, erróneamente en nuestra opinión, una estrategia en etapas que debería atravesar primero una “fase ecodemocrática”, en la cual “es necesario luchar por una amplia gama de cambios drásticos dentro de un movimiento radical de base amplia”. Mientras que el “objetivo a largo plazo de la transformación sistémica plantea la cuestión de una segunda etapa de la revolución ecológica, o la fase ecosocialista”. Creemos que esta diferenciación etapista es errónea, y pone límites casi insuperables a la posibilidad de construir un horizonte de superación del capitalismo como el que el autor propone.
Esteban Mercatante. Economista. Miembro del Partido de los Trabajadores Socialistas. Autor de los libros El imperialismo en tiempos de desorden mundial (2021), Salir del Fondo. La economía argentina en estado de emergencia y las alternativas ante la crisis (2019) y La economía argentina en su laberinto. Lo que dejan doce años de kirchnerismo (2015). @EMercatante
Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Decrecionismo-y-eco-socialismo-perspectivas-afines-o-en-disputa-ante-la-crisis-ecologica
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Cómo hacer más sostenible este mundo y tomar conciencia sobre el medio ambiente en 2024
El abordar la sostenibilidad y cuidar del medio ambiente es esencial para construir un futuro más equilibrado y resiliente. Aquí hay algunas medidas que las personas y las empresas pueden considerar para contribuir a un mundo más sostenible en 2024:
Reducción de Emisiones de Carbono:
Implementar prácticas de eficiencia energética.
Fomentar el uso de energías renovables.
Optar por vehículos de bajas emisiones o electrificados.
Gestión Responsable de Residuos:
Reducir, reutilizar y reciclar materiales.
Fomentar la utilización de productos reciclables.
Implementar programas de reciclaje en las instalaciones empresariales.
Conservación del Agua:
Adoptar tecnologías eficientes en el uso del agua.
Concientizar sobre el consumo responsable del agua.
Participar en programas de conservación del agua a nivel comunitario.
Sostenibilidad en la Cadena de Suministro:
Evaluar y mejorar la sostenibilidad de los proveedores.
Priorizar productos y servicios con certificaciones ambientales.
Fomentar prácticas comerciales justas y sostenibles.
Innovación y Tecnología Sostenible:
Apoyar la investigación y desarrollo de soluciones sostenibles.
Implementar tecnologías verdes y ecoeficientes.
Adoptar prácticas de trabajo remoto para reducir la huella de carbono.
Participación Comunitaria:
Involucrar a la comunidad en proyectos sostenibles.
Promover la educación ambiental.
Colaborar con organizaciones locales para iniciativas de conservación.
Transparencia y Responsabilidad:
Publicar informes de sostenibilidad.
Ser transparentes sobre prácticas ambientales y sociales.
Asumir responsabilidad por impactos negativos y trabajar en soluciones.
Promover una Cultura Sostenible:
Sensibilizar a empleados y comunidades sobre prácticas sostenibles.
Incentivar el compromiso y la responsabilidad ambiental a nivel individual.
Reconocer y recompensar esfuerzos sostenibles.
Estas medidas son solo un punto de partida. La sostenibilidad es un viaje continuo, y la colaboración entre individuos, empresas y gobiernos es esencial para alcanzar un cambio significativo. La adopción de prácticas sostenibles no solo beneficia al medio ambiente, sino que también puede tener impactos positivos en la reputación y la rentabilidad a largo plazo.
Aquí hay algunas acciones prácticas que las personas pueden incorporar en su vida cotidiana para fomentar la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental:
Reducción del Consumo de Plástico:
Utilizar bolsas reutilizables para las compras.
Optar por botellas de agua reutilizables en lugar de botellas de plástico desechables.
Elegir productos con embalajes sostenibles.
Ahorro de Energía:
Apagar dispositivos electrónicos cuando no se estén utilizando.
Cambiar a bombillas LED de bajo consumo.
Aprovechar la luz natural y apagar luces innecesarias.
Transporte Sostenible:
Optar por caminar, andar en bicicleta o utilizar el transporte público.
Compartir viajes en automóvil para reducir emisiones.
Considerar vehículos eléctricos o híbridos al cambiar de automóvil.
Gestión de Residuos:
Clasificar y reciclar residuos de acuerdo con las políticas locales.
Compostar residuos orgánicos en casa.
Reducir el uso de productos desechables.
Conservación del Agua:
Reparar fugas de agua y utilizar grifos de bajo flujo.
Recolectar agua de lluvia para regar plantas.
Evitar dejar el agua corriendo innecesariamente al lavar platos o cepillarse los dientes.
Elecciones Alimenticias Sostenibles:
Preferir alimentos locales y de temporada.
Reducir el consumo de carne y optar por opciones más sostenibles.
Minimizar el desperdicio de alimentos planificando compras y utilizando sobras.
Conciencia sobre el Uso de Recursos:
Comprar productos duraderos y de calidad.
Reutilizar objetos siempre que sea posible.
Reparar artículos en lugar de desecharlos.
Participación Comunitaria:
Involucrarse en iniciativas de limpieza y conservación locales.
Compartir información sobre prácticas sostenibles con amigos y familiares.
Participar en proyectos comunitarios centrados en la sostenibilidad.
Educación Continua:
Mantenerse informado sobre problemas ambientales actuales.
Participar en charlas, eventos y talleres sobre sostenibilidad.
Leer y compartir información sobre prácticas sostenibles en redes sociales.
Apoyo a Empresas Sostenibles:
Elegir productos y servicios de empresas con prácticas sostenibles.
Expresar preferencia por compañías que adopten políticas responsables.
Al integrar estas prácticas en la rutina diaria, cada persona puede contribuir positivamente a la sostenibilidad y desempeñar un papel fundamental en la preservación del medio ambiente. La conciencia y la acción individual son pasos cruciales hacia un futuro más sostenible.
La sostenibilidad en la fabricación de productos es crucial para reducir el impacto ambiental y promover un modelo económico más circular. Aquí hay algunos consejos específicos para las empresas en relación con la durabilidad, eficiencia energética, producción ecológica y facilitar la reparación:
Diseño para la Durabilidad:
Priorizar la calidad en el diseño de productos para garantizar una vida útil más larga.
Utilizar materiales resistentes y duraderos que puedan soportar el uso continuo.
Eficiencia Energética en la Producción:
Implementar prácticas de fabricación sostenibles para reducir el consumo de energía.
Utilizar tecnologías de eficiencia energética en los procesos de producción.
Producción Ecológica:
Adoptar métodos de producción que minimicen el impacto ambiental.
Utilizar materiales reciclados y reciclables en la medida de lo posible.
Programas de Reciclaje y Reutilización:
Establecer programas de reciclaje para los productos al final de su vida útil.
Facilitar la recuperación y reutilización de componentes y materiales.
Restricción de Obsolescencia Programada:
Abogar por prácticas de diseño que eviten la obsolescencia programada.
Proporcionar actualizaciones de software y hardware para extender la vida útil.
Disponibilidad de Piezas de Repuesto:
Garantizar la disponibilidad de piezas de repuesto a precios asequibles.
Facilitar la reparación al proporcionar información y manuales de servicio.
Transparencia en la Cadena de Suministro:
Ser transparente sobre el origen y el impacto ambiental de los materiales utilizados.
Colaborar con proveedores sostenibles y éticos.
Certificaciones Ambientales:
Buscar y obtener certificaciones que respalden las prácticas sostenibles.
Comunicar de manera clara y efectiva las iniciativas sostenibles a los consumidores.
Educación del Consumidor:
Informar a los consumidores sobre la durabilidad y sostenibilidad de los productos.
Fomentar la cultura de reparación y cuidado de los productos.
Innovación en Modelos de Negocio:
Explorar modelos de negocio basados en servicios y leasing para incentivar la devolución y reutilización de productos.
Considerar la posibilidad de ofrecer programas de actualización y intercambio.
Al adoptar estas prácticas, las empresas pueden no solo reducir su huella ambiental, sino también fortalecer su posición en el mercado al alinearse con las crecientes demandas de los consumidores conscientes de la sostenibilidad.
Si todos hacemos un esfuerzo por ser más sostenibles, podemos marcar una gran diferencia.. ¿ Contamos contigo?
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Educación ambiental: Infórmate sobre los problemas ambientales y las soluciones existentes. Conoce los conceptos básicos de sostenibilidad y cómo puedes contribuir.
ETRANSRESOL
MINISTERIO DEL AMBIENTE
ESPECIALISTA SSOMA
PERMISO Y AUTORIZACIONES DE RESIDUOS SOLIDOS
TRANSPORTE DE MATERIALES PELIGROSOS
INSUMOS QUIMICOS
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Una gran noticia para la Educación Ambiental en Chiloé
La experiencia de Educa Tepuhueico fue presentada con orgullo como parte de la delegación chilena en el VIII Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental, celebrado en Cali, Colombia, durante la COP de Biodiversidad. Este evento internacional reunió a expertos, educadores y líderes ambientales de toda Iberoamérica para compartir experiencias y fortalecer el compromiso con la protección de la biodiversidad.
Educa Tepuhueico es un proyecto innovador que busca conectar a las comunidades educativas de la Isla de Chiloé a través de una educación ambiental integral y vivencial. Su enfoque se centra en la educación en la naturaleza, la didáctica del paisaje y la creación de aulas vivas que fomentan la conservación y valorización de la biodiversidad local. Estos espacios naturales, que sirven como aulas abiertas, permiten a los estudiantes aprender directamente del entorno, entendiendo la interconexión entre los seres vivos y el medio ambiente.
En este importante evento, participaron representantes del Ministerio de Educación, el CREA de Los Lagos, el comité regional de educación ambiental, profesoras de escuelas rurales y expertos en manejo de residuos de Ancud. La presentación se enfocó en la importancia de conservar nuestro patrimonio natural y en la relevancia de las aulas vivas como áreas de protección ambiental y educación transformadora. Los participantes destacaron cómo este tipo de iniciativas ayudan a crear una conciencia ecológica en los más jóvenes, fomentando un compromiso duradero con el cuidado del planeta.
Además, se resaltó el papel fundamental de la educación ambiental en el contexto actual, donde los desafíos ambientales, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, requieren soluciones innovadoras y colaborativas. En este sentido, Educa Tepuhueico está demostrando cómo la educación en el entorno natural puede ser un motor clave para promover la sostenibilidad y el respeto por la biodiversidad local.
Este tipo de iniciativas no solo benefician a los estudiantes, sino que también fortalecen el tejido social de las comunidades, permitiendo que todos los actores desde las autoridades educativas hasta los propios habitantes de la región se involucren activamente en la protección de los recursos naturales.
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